Le hice una
pequeña mueca y seguí por mi camino.
Agarré las asas de mi mochila lo más fuerte que pude y apreté los
dientes. Mi paso se iba acelerando cada vez más, hasta que unas manos me
cogieron por la cintura y me detuvieron. Me giré nada más sus manos rozaron mis
caderas, y allí le vi. Iba con unos vaqueros oscuros y un jersey de lana color
beis.
Sonreí
forzosa mente y le di un guantazo en la cara. Me volví a reír, pero esta vez no
fingí absolutamente nada y salí corriendo lo más rápido que pude, pero como era
de esperar, a los pocos segundos me alcanzó. Me subió sobre sus hombros y
fuimos andando en dirección contraria, hasta su coche.
Empecé a
patalear, pero no sirvió de nada. Me soltó y me metió directamente en el coche.
- Styles, ¿te
han dicho alguna vez que eres un idiota? -.
- Cariño,
tengo nombre, y si, no eres la primera que me lo dice, no tienes ese honor -.
- Sé
perfectamente que tienes nombre, pero no me da la gana decirlo. Tú me acosas y
yo te llamo por tu apellido -.
Me crucé de
brazos y volví mi cabeza hacia el frente.
En estos
momentos le odiaba con todas mis fuerzas. Lo odiaba como nunca antes había
odiado a nadie.
Se cree que
iba a tener algo conmigo. Já, pues lo
lleva claro el chico. Piensa que todas somos unas chicas facilonas, de esas que
en un día puedes llevarte a la cama. Y seguro que más de la mitad de este país
son así, pero precisamente yo, no soy así ni de lejos.
Pasaban los
minutos y no tenía ni idea de a donde me llevaba, pero tampoco me molestaba
mucho en preguntar.
Saqué mi
móvil y envié un mensaje a mi madre diciéndola que no iba a ir a comer, que me
iba con las chicas por ahí. Mentira.
El reloj no
se detenía y notaba como si cada vez nos alejáramos más y más de la
civilización.
- Paola,
despierta, que ya hemos llegado -.
Notaba como
mi cuerpo le movía lentamente, como un zarandeo. Bien, me había quedado
dormida.
Abrí los ojos
poco a poco, pero el sol me cegaba.
Cuando los
conseguí abrirlos del todo, me quedé sin habla por lo que estaba viendo.
El típico
mantel de cuadros con una cestita de madera, sobre un gran prado verde donde se
podía ver toda la ciudad.
Salimos del
coche y fuimos andando hasta allí.
- Valla, si
parece que te lo has currado y todo Styles -.
- ¿Solo lo
parece? Anda di la verdad, te encanta -.
- No te emociones
rulos. No está mal para ese poco cerebro que hay en tú cabeza, tampoco me
quejo, soy una chica sencilla -.
Estuvimos
toda la tarde riéndonos mientras charlábamos. Teníamos muchísimas cosas en
común.
- Con que
deportista ¿no? -.
- ¡Por
supuesto! Voy a clases de baile, allí conocí a Bea y a Mar, pero adoro el
atletismo y la natación. De pequeña iba a competiciones juniors de relevos, era
algo que adoraba, pero después me empecé a interesar por la música -.
- Vaya vaya,
eres toda una caja de sorpresas – dijo poniendo una mirada misteriosa, y no
mentiré, me quedé totalmente atónita.
- Por dios,
deja de hacer eso enserio, me pones realmente nerviosa -.
- ¿Hacer el
qué? -.
- Lo sabes
perfectamente. Esa mirada de ojos verdes será la que pones a todas las tías que
te quieres tirar ¿no? -.
- Joder, ya
empezamos con el temita otra vez. Me gustarán las mujeres, pero las respeto. Mi
madre me ha inculcado valores desde pequeño. Pero si para ponerte nerviosa voy
a tener que poner esa mirada, lo haré sin pensármelo dos veces.
- Para el
carro ricitos. Esas armas de seducción tuyas no funcionan conmigo, en absoluto.
Ni siquiera te has ganado mi confianza, a si que, empieza por eso.
Dejó enseñar
aquella sonrisa con sus preciosos hoyuelos. ¿Preciosos? ¿Paola, acabas de
decir…preciosos? Vale, debo tener fiebre o algo.
La tarde
transcurrió tranquila, con algún que otro silencio incómodo, pero nada fuera de
lo normal.
Eran las seis
y media de la tarde, y supuse que mi madre estaría un poco preocupada por mí, a
si que nos dirigimos hacia mi casa. Le dije que no aparcara muy cerca de casa,
ya que los muros solían tener ojos.
Dije un
simple ‘’adiós’’ y me bajé del coche. Al andar unos pocos metros escuche el
pitido de un coche que se repetía una y otra vez.
Fui corriendo
hacia él y le di una colleja.
- ¿Estás
tonto? ¡Uy! Perdona la pregunta, no me acordaba de que ya lo eras -.
- Ja, ja, ja,
muy graciosa. Solo quería decirte que me ha gustado la cita de hoy, espero que
se repita -.
- Bueno, no
ha estado mal, pero yo prefiero llamarlo ‘’salida de amigos’’ -.
Los dos
echamos una sonrisa un tanto irónica, y nos quedamos mirándonos a los ojos.
Dios, siempre me miraba de la misma forma, y cada vez que lo hacía me ponía más
nerviosa. Pero no, me prometí no estar con un chico así, no puedo.
Una llamada
me sacó de mis pensamientos haciendo que volviera a la realidad.
- Bueno,
e-esto yo ya me voy, me reclaman en casa – me acerqué y le di un beso en la
mejilla. – Hasta mañana rulos -.
- Hasta
mañana bailarina -.
Entré corriendo
a casa y mientras saludaba con un simple ‘’ buenas noches, os quiero’’, subí
las escaleras de mi habitación.
En cuanto me
volviera a encontrar con mis padres me esperaría una charla muy larga, pero
ahora lo único que quería era hacer los deberes y ponerme el pijama para irme a
la cama pronto. Había sido un día muy largo, y aunque no fueran ni las ocho de
la tarde, necesitaba descansar mis ojos.
Después de
estar casi una hora estudiando física y química e historia, me tumbé
directamente en la cama. Notaba como mis ojos se iban cerrando lentamente, cada
vez más, a si que no me opuse y me quedé dormida.
Sonó el
despertador y me desperté. Al levantarme empecé a ver todo de color negro y caí
redonda al suelo.